Para ser honesta, no sé muy bien cómo poner todo esto que siento en palabras.
Obvio que ha sido un proceso difícil, pero también uno lleno de misericordia hacia mí misma.
Porque es fácil caer en el hoyo y quedarse ahí por mucho tiempo.
Pero no es algo que quiera.
Y aunque a veces se sienta como lo más difícil del mundo, quiero sacar fuerzas de cualquier lugar para seguir avanzando.
Definitivamente no hay nada que pueda hacer al respecto.
No hay nada que pueda hacer frente a la muerte de alguien que uno ama.
No hay nada que pueda arreglarlo.
Pero sí puedo rendir tributo a esa persona que me sostuvo,
y a la persona que me hizo ser quien soy hoy.
Tres meses es mucho… o poco.
Depende del punto de vista.
Para mí, es como si el mundo se hubiera detenido y, al mismo tiempo, hubiera triplicado su velocidad.
Como si el tiempo dejara de existir.
Hoy quiero transformar ese dolor en algo que me dé fuerza,
en algo que me inspire,
en algo que me haga brillar.
Aferrarme a eso que tanto me apasiona,
para volver a encontrar, aunque sea por momentos, esos destellos de luz.
Pensar de esta manera me ha ayudado a encontrar el camino.
No sé si estoy lista, probablemente no.
Pero si hay algo que mi mamá me habría dicho, es:
«hazlo…
Lo peor que puede pasar es que te equivoques.
Y aun así, eso también sería algo bueno».
Algunos días son tristes y a veces oscuros.
Otros son días luminosos, pero la mayoría…
la mayoría se los lleva la rutina.
Y así casi sin darme cuenta, la vida sigue pasando.
No quiero quedarme en este momento.
Porque al final, uno no lo supera: aprende a vivir con él.
Por eso me aferro a esto que me hace tan feliz.
Por eso me aferro a esto que me da esperanza,
que me inspira,
que me recuerda que puedo encontrarle sentido a todo esto.
Y transformarlo en algo que me haga sentir poderosa.
Y me haga volver a brillar otra vez.
Calu